Una de las tumbas más populares del cementerio británico es la de la niña Violeta. Se trata de un modesto enterramiento de mármol blanco, adornado con una cruz celta incrustada en un círculo, que es el símbolo cósmico de la vida. Pero lo más singular es el epitafio que figura en su lápida, en el que sus familiares compararon la corta edad de la pequeña desaparecida con la duración de la planta de la que tomó su nombro:
“… lo que viven las violetas…”
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