publicidad

miércoles, 19 de marzo de 2014

No te duermas, Sofía

Era uno de esos días que provocaban pereza y sueño sin razón aparente. La escuela fue insoportablemente tediosa y al salir de clases, Sofía y algunos de sus amigos se tumbaron en el césped y hablaron un poco a cerca de algunos mitos que se segregaban como virus en el plantel y que tenían a todos muy interesados en como algun ente ajeno a la realidad ordinaria había logrado apoderarse de la voluntad de un chofer de camióny hacían travesuras inofensivas y a veces hasta divertidas a sus pasajeros. Sofía se burló del ente y criticó fuertemente e hizo énfasis especial en la estupidez del chofer de haberse dejado embriagar por el ente. Obviamente las historias que contaban eran invenciones y, por tanto, todos rieron de las afirmaciones que ella hizo. Después de unos veinte minutos de estar echada prácticamente haciendo nada, Sofía decidió que ya era tiempo de volver a casa, así que tomó su bolso y su libro y se encaminó hacia la carretera donde esperaría el autobús. Como tenía sueño, cerró los ojos para dormir un rato en tanto llegaba a su destino. Para cuando se despertó ya no quedaban más que el conductor del autobús y ella, así que se apresuró a descender por miedo de haber desatinado la estación que debió parar frente a su casa. Sin embargo no lo había hecho; miró a su alrededor y se dio cuenta que estaba en el lugar correcto. Un poco confundida caminó hacia el zaguán, tratando de hallar la llave correcta que lo abriese, cuando otra cosa atrajo su atención; el autobús en donde ella venía no había arrancado aún y esto le provocó un extraño escalofrío que bajó rápidamente por su espalda y se alojó después en su estómago, haciendo que tuviera un poco de náusea. Sin embargo decidió no tomar mayor importancia a aquel acontecimiento y metió la llave en la cerradura de la puerta para abrirla, lo que ocasionó un sonido chillante y Sofía sintió una angustia como si alguien cercano a ella hubiera fallecido. Sofía entonces abrió la puerta y poniendo los pies en polvorosa hasta su cuarto, se encerró e inmediatamente encendió el radio, que transmitía a esa hora El Club de Los Beatles. pues necesitaba relajarse de algún modo, sin embargo en ese momento, aunque el aparato estaba en la frecuencia correcta, lo único que emitía su bocina monofónica eran sonidos incomprensibles que ella jamás había escuchado; altas frecuencias de chillidos que no parecían ser humanos. Se apresuró a mover la antena para conseguir una mejor recepción, cuando le llenó todo el cuerpo una brisa tan helada como la noche, al darse cuenta que de camino a su cuarto no había nadie en la casa; la edificación estaba completamente vacía . No lo pensó dos veces y salió de su cuarto para caminar por el pasillo que daba a las escaleras que debía bajar para llegar a la sala, el comedor, la habitación de sus padres y la de su hermano Arturo. Mas en su exhaustivo y alicaído recorrido por dicho pasillo y escaleras, el silencio que reinaba no era común; de hecho era un tanto siniestro, misterioso y desesperante. Buscó impávidamente en la sala, el comedor, la cocina, cada rincón de las habitaciones de esa casa que yacía solitaria y silenciosa. Salió de nuevo a la calle que se encontraba desértica. Le recorrió de nuevo un estremecimiento extraño, pero esta vez más profundo y siniestro que el anterior al ver que el autobús que la había dejado frente a su casa aún seguía allí, como esperando subir pasajeros. Corrió hacia el autobús, pues sabía que podría encontrar ayuda en el conductor, que de algún modo, ella sabía, aún se hallaba dentro del vehículo. Sin embargo cuando subió los pequeños peldaños para alcanzar al chofer, la portezuela se cerró estruendosamente detrás de ella, causándole una enorme impresión, pero no pudo ser comparada con el acontecimiento que le siguió a esta acción. El autobús quedó inmutable, petrificado sobre la acera vacía que ya no se veía dónde terminaba; lentamente Sofía buscó el rostro del conductor, quien se había agachado al cerrarse la puerta con tal brusquedad. Pero al ver aquella figura, Sofía no pudo hacer más que lanzar al vacío un grito ahogado de horror y dolor; de tristeza y amargura; tenía ante sus ojos algo tan raro, ignoto e indescriptible como jamás una persona podría imaginárselo: una gran protuberancia del color y textura del hueso salía de una abertura sangrante en una masa amorfa de carne y piel envueltas en textiles sucios y harapientos; otra similar, pero más pequeña se hallaba incrustada a unos veinte centímetros de la primera. Encarnadas en los costados de la criatura, dos extremidades se asomaban simulando brazos, pero que parecían sólo hueso cubierto de una piel tosca y llena de erupciones; la pus agusanada de entre lo que parecían esfínteres hacía más alicaído el aspecto tambaleante de aquella muestra de inhumana tortura moderna. Sofía no pudo abrir la puerta del vehículo y se decidió a huir por una de las ventanas abiertas de los costados del autobús. corrió hacia su cuarto aterrorizada y desconcertada por el suceso. Quiso dormir para así poder despertar y caer en cuenta de que todo había sido un simple sueño; una jugada cruel de su mente y… Cuando despertó salió de la habitación ofuscada y buscó rápidamente a su familia, de la cual no encontró rastro alguno. Desesperadamente tomó un cuchillo de la cocina y se aventuró a salir de nuevo a la calle sólo para encontrar una escena avasalladora; la calle que alguna vez recorrió con alegría en su niñez de había convertido en una plataforma del terror, de todos lados brotaba un insoportable olor a podrido que casi hacía imposible siquiera el simple acto de caminar por entre los senderos de excreciones cutáneas que dirigían a un sólo lugar: el autobús en donde se hallaba la criatura insoportable. No le quedó de otra a Sofía que caminar hace el horrible lugar. Entró con un salto al vehículo, blandiendo hábilmente su chuchillo cuando la apresaron unos cúmulos de carne informe que salían de todas direcciones. Al día siguiente se encontró el cuerpo de Sofía en su cama, parecía no tener heridas físicas pero la autopsia reveló hemorragias internas y lo más insólito: estaban ausentes sus pulmones y su estómago aunque no se habían encontrado incisiones o siquiera heridas en todo su cuerpo. Cuando sus padres regresaron del crematorio encontraron sobre el escritorio de Sofía una nota salpicada de pus que decía las siguientes palabras: “Jamás te duermas en el autobús“.

miércoles, 12 de marzo de 2014

la casa de la tia toña

hola amigos este es mi nuevo video espero les guste y si es asi compartan y denle like  https://www.youtube.com/watch?v=9WejGieGmdA&list=UURwj3tAEX0tjUayzi1irOMg

La Planchada

La leyenda de la planchada es probablemente una de las más populares de México. En ella narran la historia de una enfermera fantasmal que vaga por los pasillos del hospital y atiende a los enfermos que necesitan ayuda médica… Cuentan que cierto día, una chica llamada Eulalia entró a formar parte del personal de enfermería en el hospital. Era una chica de buena presencia, con cabellos rubios, ojos claros y facciones finas, con una actitud amable y educada aunque revestida por un ligero aire de seriedad. Desde sus primeros días en la institución médica, Eulalia demostró gran profesionalismo y diligencia, mostrándose siempre solicita con el personal médico y con los pobres enfermos, hacia los cuales profesaba una dedicación que a veces iba más allá del mero deber. Por otra parte, Eulalia siempre estaba muy limpia y arreglada, con el uniforme blanco perfectamente planchado e impoluto, exento de la más mínima mancha o arruga. Como era de esperarse, Eulalia se granjeó rápidamente el aprecio de los médicos, a la par que, gracias a su natural simpatía, logró verse libre de inspirar envidia en sus compañeras y compañeros de enfermería. Por otra parte, la vida de Eulalia era realmente tranquila, sana y sencilla, ya que todo su tiempo se dividía entre las labores en el hospital y las atenciones hacia su pequeña pero estable y relativamente feliz familia, conformada por sus padres y sus dos hermanos menores, al menos en lo que respecta a su círculo más cercano. Por ello, los días habituales de Eulalia consistían en trabajar en el hospital, llegar a casa con una sonrisa, comer con todos, dormir un rato, despertar y pasar sus horas siguientes en tareas domésticas que compartía con su madre, en jugar con sus hermanos o en la lectura. Sin embargo, un día todo cambió… En efecto, cierta mañana el director del hospital convocó al personal para presentar al nuevo médico que acababa de llegar: el Dr. Joaquín, un tipo inteligente, guapo y alto, venido “de buena familia”, pero con un cierto aire de arrogancia. Todas las demás enfermeras y casi todos los enfermeros fueron, pero Eulalia se quedó atendiendo a un paciente. Pasados unos cuantos días, Eulalia todavía no había cruzado palabra alguna con el Dr. Joaquín, y apenas lo había visto de lejos, aunque a sus oídos ya habían llegado los rumores que lo retrataban como un tipo orgulloso, como uno de esos hombres que miran a casi todos “por encima del hombro”. Eso hacía que ella no tuviera muchos deseos de conocerlo, pero un día la convocaron para que lo ayudase con la extracción de una bala en la pierna de un paciente… Pese a los rumores, cuentan que Eulalia quedó prendada del Dr. Joaquín cuando lo vio de cerca, al punto de que sus manos temblaban ligeramente cuando le pasaba los instrumentos, llegando incluso a equivocarse en lo que respecta a entregar el instrumento correcto… Después de ese primer encuentro, Eulalia empezó a enamorarse apasionadamente del Dr. Joaquín, a pesar de que le decían que no le convenía, que el tipo era un egocéntrico y que coqueteaba con una y otra enfermera. No obstante ella siguió en su afán, diciéndose que sus compañeras estaban exagerando o simplemente justificando a Joaquín cuando no podía dudar de tales o cuales críticas que sobre él se cernían. De ese modo, pasados algunos meses ella consiguió su propósito y el Dr. Joaquín cedió a sus encantos, aceptando ser su novio. Durante un largo tiempo Eulalia se sentía la criatura más dichosa del mundo, y su pasión crecía como un incendio a pesar de que Joaquín no parecía amarla con la misma intensidad e incluso, según las malas lenguas, coqueteaba con otras chicas a espaldas de ella. Tras poco más de un año de noviazgo, Eulalia se sorprendió cuando cierto día Joaquín le propuso matrimonio, a lo cual ella accedió con el cándido entusiasmo de una quinceañera enamorada. Sin embargo era necesario esperar para la boda, ya que antes Joaquín debía irse a un seminario de 15 días en otra ciudad. Antes de irse él le pidió que le planchara y preparara un fino traje, ya que debía estar impecable y elegante en el seminario. Entonces ella aceptó y, justo un día antes del viaje, él fue a recoger el traje y a visitarla, hablando tendidamente con ella y despidiéndose entre abrazos, besos y promesas de amor eterno… Tan solo una semana tras la partida de Joaquín, Eulalia ya lo extrañaba como si hubiese estado ausente varios meses, por lo que a veces adoptaba una actitud de melancólica nostalgia. Paralelamente, justo después de una semana cumplida desde el último día en que vio a Joaquín, un enfermero la abordó cuando estaba sola, le declaró su amor y le pidió que por favor lo acompañara a una fiesta como su pareja de baile, pero ella se negó y le dijo que si acaso no recordaba que el Dr. Joaquín y ella tenían una relación… Asombrado y algo herido, el enfermero la miró y le dijo que no entendía cómo es que nadie le había contado que Joaquín renunció en el hospital y se fue a un viaje de luna de miel con su nueva esposa… Las palabras del enfermero habían dejado completamente helada a Eulalia, con esa mezcla de dolor y consternación que alguien siente cuando inesperadamente le informan que su madre o alguien muy querido ha muerto, aunque con la enorme y gran diferencia de que en la mirada de Eulalia latía la decepción. Por eso ella no acertó a decir nada, y solo agachó la cabeza y se fue, caminando con la leve esperanza de que aquello fuese un invento del enfermero para salir con ella. Pero a la mañana siguiente fue y averiguó en los registros, y efectivamente Joaquín había renunciado, por lo cual era lógico asumir que lo de la luna de miel era también cierto, tal y como decían muchas más personas además del enfermero… Desde su decepción amorosa, Eulalia jamás volvió a ser la misma. Nunca había tenido un novio antes, y solo le había gustado uno que otro chico durante su adolescencia, siendo con Joaquín con quien supo lo que realmente era el amor. Sentía que su corazón era un jarrón despedazado sobre el árido suelo de la vida, y al parecer ni ella misma quiso recoger los pedazos y recomponerlo, ya que permitió que la amargura fuera apoderándose progresivamente de ella, hasta convertirla en un ser frío, silencioso y sombrío, en una mujer que no volvió a vincularse a ningún hombre porque se abandonó a la idea de que todos “eran iguales”, y en una enfermera que realizaba su trabajo con el alma empolvada por el tedio y el desgano, descuidando a los enfermos hasta el punto de que algunos murieron por sus negligencias al olvidarse darles la medicación, a pesar de ello no fue despedida porque, sus compañeros y superiores la apreciaban y pensaban que tarde o temprano volvería a ser la chica trabajadora y dedicada a los pacientes que siempre había sido. Pasaron así los años y un día la enfermedad cayó sobre ella, transformándola en una paciente más del hospital donde por décadas fue indiferente hacia el malestar de los enfermos que tan mal atendía. Ella era la abandonada ahora. Sin embargo, en lo profundo de su soledad, la reflexión le ablandó el corazón y, antes de morir, se arrepintió de haber sido tan mal enfermera, falleciendo sin poder perdonarse a sí misma, y con el anhelo de enmendar de alguna forma sus errores pasados… Tras la muerte de Eulalia, en el hospital comenzaron a surgir testimonios de gente que era atendida por una amable enfermera que no parecía pertenecer al personal del hospital. Una chica joven con la ropa impecable, perfectamente planchada, tal y como la llevaba Eulalia en vida. Normalmente los testimonios eran confusos porque solía atender a los enfermos cuando dormían, se encontraban sedados o estaban muy graves. En cierta ocasión, una de las enfermeras que trabajaban de noche se quedó dormida en su turno. Su negligencia le podría haber costado la vida a un paciente que necesitaba una importante medicación para tratar una fuerte infección que hacía peligrar su vida. El hombre, semiinconsciente, observó como una enfermera, a la cual no pudo reconocer porque tenía el rostro ligeramente borroso y como desdibujado, le suministró el antibiótico necesario y, mientras lo arropaba, le dedicó una caricia en el pelo. Un par de horas después, la enfermera que se había dormido en su turno se despertó sobresaltada y, acordándose de lo importante que era suministrarle la medicación al señor, salió corriendo hacia su habitación, temiéndose lo peor. Al llegar allí se encontró que, el goteo que mezclaba el antibiótico con el suero, estaba perfectamente colocado y la dosis era la correcta. Aún asustada, le preguntó al paciente quién le había puesto la medicación. La respuesta la dejó helada: “Su compañera rubia, la que tiene la bata sin una sola arruga”. Ésta fue una de las cientos de veces que “La Planchada” atendió a alguien que necesitaba la ayuda médica o que había sido descuidado por las otras enfermeras. Pocos son los que la recuerdan, ya que siempre atiende a personas graves o cuando están medio dormidas; ninguno puede recordar su rostro con claridad, ya que, casi siempre que se ha dejado ver, lo ha hecho con su cara ladeada o de espaldas. Pero todos los testimonios concuerdan en lo mismo, en lo impoluto de su aspecto y en la perfecta forma en la que están planchadas sus ropas, así como en lo cordial y profesional de su trato. Algunos, de entre el personal del hospital, también dicen haberla visto durante escasas fracciones de segundo entrar o salir de la habitación de un paciente e incluso haber sido despertados por el espíritu de Eulalia cuando dormían en sus turnos, tocándoles el hombro, y comprobando al despertar que estaban solos y que los pasillos del hospital estaban desiertos. Aunque nunca la vieron como una amenaza, ya que ayudaba a los enfermos cuando estos eran descuidados, cosa que se sabía gracias a los múltiples testimonios de pacientes que afirmaban haber recibido tal o cual medicación en ausencia de personal médico...




NOTA: Según varias fuentes esta leyenda es originaria de México, específicamente del hospital de Juárez, pero se cuenta que la planchada ha aparecido en otros hospitales e incluso hay historias similares en otros países. Esta podría denominarse la versión “moderna” de la leyenda que se hizo enormemente popular en el siglo XX en México. Pero existe una versión anterior surgida a raíz de la Guerra de Intervención Estadounidense que enfrentó a Estados Unidos y México, durante dicha guerra perecieron cerca de 25.000 soldados mexicanos, y en los hospitales de campaña las condiciones de trabajo del personal sanitario eran tan duras que era frecuente que las enfermeras se quedaran dormidas en sus interminables turnos. Al despertar, muchas de ellas, acudían rápidamente a seguir atendiendo pacientes y se encontraban que ya habían sido limpiadas sus heridas o suministrada la medicación que precisaban. Al preguntarles quien les había atendido siempre daban la descripción de una mujer rubia con cabello corto y rostro serio, que no correspondía con el aspecto de ninguna de las enfermeras que trabajan en el hospital. Los pocos que trataron de seguirla se llevaron la sorpresa de que parecía esfumarse al doblar una esquina.

martes, 11 de marzo de 2014

La Maldición de Carmen Winstead

Cuenta la leyenda que un grupo de amigas queriendo gastar una broma a una compañera del colegio la tiraron por el hueco de una alcantarilla. La chica se partió el cuello en la caída y desde entonces comenzaron a… Finalizada la hora del almuerzo escolar, la maestra les comunicó a los alumnos que la junta directiva había planificado un simulacro de incendio en el que todos debían participar. Poco después sonó la alarma y los alumnos salieron para reunirse en el patio. Era un día caluroso, con el cielo despejado y un sol que hacía arder la piel, llenando las frentes de los estudiantes con pequeñas gotas de sudor. La maestra comenzó a leer la lista de nombres. Todos alzaban la mano y decían “presente” de forma mecánica, consumidos por el aburrimiento. Sin embargo, una chica de un grupo de cinco amigas se fijó en el hecho de que Carmen (una compañera de clase) estaba de pie junto a la alcantarilla, a la que le faltaba la tapa desde hacía semanas, y aún faltaba bastante para que la maestra leyera su nombre. Sus ojos brillaron. Carmen estaba entre las últimas de la larga lista organizada en orden alfabético: ¿qué pasaría cuando la llamen si caía en la alcantarilla? “¡Carmen está en la alcantarilla!”, podrían corear y entonces todos reirían a carcajadas y la pobre Carmen sería el hazme reír. Quién sabe, incluso podrían terminar por bautizarla como “La Chica de la Alcantarilla”. La oportunidad de romper el aburrimiento y hacer historia era perfecta, así que les comunicó discretamente la idea a sus cuatro amigas y todas empezaron a agolparse en torno a Carmen, fingiendo torpeza para empujarla y hacerla caer sin que aquello pareciese premeditado… La maniobra fue perfecta, Carmen apenas emitió sonidos de queja mientras la hacían caer y, cuando dijeron su nombre, las cinco chicas empezaron a gritar: “¡Ella está en la alcantarilla¡ ¡Ella está en la alcantarilla!”. Un mar de carcajadas se desató, pero las risas empezaron a silenciarse cuando la maestra se acercó a ver y, antes de que emitiera palabra alguna, se giró y miró a todos con una mueca impregnada de angustia y terror. La situación no inspiraba risa alguna: Carmen había caído de cabeza en el hueco y al aterrizar su cabeza se había torcido hacia un lado en una posición totalmente imposible, su cara casi sin piel después de haberse raspado contra las paredes de la alcantarilla en la caída y una mueca espantosa como si hubiera tratado de gritar y no hubiese tenido el tiempo suficiente. La sangre se dispersaba en un charco que se mezclaba con el excremento húmedo y maloliente que impregnaba todo su cuerpo. Las cinco chicas se acercaron a ver. Una lágrima asomó tímidamente en la mejilla de la autora de la broma mientras sus ojos atónitos contemplaban como una gorda cucaracha yacía sobre lo que alguna vez fue el rostro de Carmen, moviendo sus antenas como para ver si todo estaba bien. Pero nada estaba bien, y ella y cada una de sus amigas se sintieron como uno de esos repulsivos insectos cuando la Policía vino y determinó que Carmen tenía el cuello roto y estaba muerta. Según dijeron, al caer Carmen se golpeó con las escaleras metálicas, de tal forma que perdió la cara y después se rompió el cuello al estrellarse contra el cemento. Minutos después se llevaron el cadáver de Carmen, acompañado por una procesión de moscas cuyos zumbidos eran casi el único ruido en medio del fúnebre silencio. Ese día hubo un interrogatorio después de clases. Todos debían ir. En el interrogatorio las cinco chicas dijeron que fue un accidente y que ellas fueron testigos. La Policía les creyó y el caso de Carmen Winstead se cerró, pero algo aún más siniestro había comenzado… Meses después, compañeros de clase de la fallecida Carmen empezaron a recibir correos electrónicos que se titulaban “La empujaron” y afirmaban que a Carmen la habían empujado, que su muerte no era un accidente. También, los correos decían que los culpables debían asumir la responsabilidad del crimen, pues de lo contrario habría terribles consecuencias. La mayoría pensó que los correos eran una farsa elaborada por alguien que quería divertirse causando temor, pero otros no estaban tan seguros. Transcurridos unos pocos días tras la cadena de correos, la chica que ideó el plan para ridiculizar a Carmen estaba bañándose cuando de pronto oyó una extraña risa. Cerró el grifo para oír mejor: la risa parecía venir del interior de la ducha. ¿Acaso se estaba volviendo loca? Aterrada, se secó rápidamente, se vistió, se despidió de su madre nerviosamente y se fue a dormir más temprano que de costumbre. Cinco horas después su madre se despertó al oír un portazo en la puerta de entrada. Su hija no estaba en la habitación ni en lugar alguno de la casa. Llamó a la Policía, pero los agentes poco podían hacer al respecto, ya que no se podía interponer una denuncia en personas desaparecidas hasta que transcurrieran 48 horas, aún así prometieron a la desconsolada madre patrullar las calles cercanas para buscar a su hija. La búsqueda de familiares y amigos tampoco tuvo éxito y la chica no apareció aquella noche. La mañana siguiente mientras el conserje del colegio limpiaba las hojas secas del patio, se encontró que la tapa de la alcantarilla (que habían vuelto a colocar después de producirse la trágica muerte de Carmen) había sido levantada y apartada a un lado. Al asomarse descubrió algo realmente escalofriante. Parece que la chica desaparecida la había retirado antes de lanzarse de cabeza por el conducto y se encontraba en el fondo con el cuello roto y la cara destruida, borrada por los golpes que se había dado al caer y golpearse con las escaleras metálicas de las cloacas. Una muerte idéntica a la que sufrió Carmen. El mismo destino les esperaba a las otras cuatro culpables de la muerte de Carmen. Tras la muerte de las dos primeras un equipo del ayuntamiento soldó la alcantarilla para que nadie más pudiera abrirla. Sin embargo eso no pareció impedir a la tercera víctima arrancarla del suelo, algo que requería una fuerza sobrehumana. Por supuesto esa fue la gota que colmó el vaso y se decidió colocar vigilancia las 24 horas del día en ese peligroso punto de encuentro para “suicidas”. Las dos víctimas restantes murieron de la misma forma, pero el espíritu de Carmen en esta ocasión las guió hasta alcantarillas cercanas a sus domicilios, la vigilancia podría frustrar sus planes. Una por una cayeron en las alcantarillas, perdiendo el rostro y rompiéndose el cuello. Todas se habían quedado dormidas antes de su trágica muerte, en ese momento cuando se encontraban más vulnerables, Carmen aprovechaba para poseer sus cuerpos y guiarlas como si se tratara de un caso de sonambulismo hacia un muerte tan cruel como la que ella había sufrido. Un destino cruel porque podían sentir todo lo que ocurría pero no tenían control sobre su cuerpo. Pero la cadena de muertes no se detuvo ahí, ya que posteriormente otros compañeros de clase de Carmen también fueron encontrados muertos en distintas alcantarillas, con el cuello roto y el rostro anulado. Ellos y ellas también se habían dormido antes de aparecer muertos… Resultaba muy inquietante pensar que todos esos otros compañeros muertos no habían creído en los correos electrónicos que afirmaban que Carmen fue empujada. ¿Acaso el espíritu de Carmen se estaba vengando? ¿Podría eso explicar muertes tan extrañas en las que no se entendía cómo diablos los cuerpos habían ido a parar a la alcantarilla sin que nadie advirtiese con claridad el rumbo que las víctimas tomaban antes de ser asesinadas? El espíritu de Carmen Winstead andaba suelto y, quien no creyese que ella fue empujada, corría el riesgo de ser castigado con una muerte semejante a la de Carmen, muerte que caería sobre él o ella durante las horas de sueño, con un sigilo que solo se rompería al caer por la alcantarilla…

Gloomy Sunday – La canción del suicidio

Gloomy Sunday es una melancólica canción romántica compuesta por Rezső Seress y escrita por László Jávor. La canción trajo una ola de 17 suicidios cuando salió en Hungría y después, según cuentan, más de 100 al llegar a los Estados Unidos. Inclusive acabó con su propio creador (Rezső Seress), inspirándolo a saltar por la ventana… La canción Gloomy Sunday fue compuesta por el pianista y compositor húngaro Rezső Seress en 1933. Sin embargo, en la versión que llegó a publicarse ese mismo año, la letra original de Seress fue reemplazada por una letra del poeta (también húngaro) László Jávor. Fue esta la versión la que hizo nacer la leyenda con 17 suicidios en Hungría, más de 100 (el número es discutido) en Estados Unidos y unos cuantos en países como Inglaterra, Italia o Alemania. La canción, romántica, melancólica y vinculada a la muerte, narra la historia de un amante que pierde a su gran amor y se plantea unirse a él en la muerte. La versión de Sam M. Lewis, era realmente intensa y poética, capaz de inspirar pensamientos suicidas en quien estuviese sumido en la depresión o tuviese una propensión innata al suicidio. No obstante la gran cantidad de muertes a las que se asoció es algo que despertó y aún despierta en muchos el asombro y la duda que continúan alimentando la leyenda de ésta canción que fue prohibida en emisoras estadounidenses y húngaras, que inspiró investigaciones parapsicológicas en Francia y que fue incluso prohibida por la BBC de Londrés. . Suicidios y prohibición en Hungría Antes de que la canción terminase prohibiéndose en Hungría, unos diecisiete casos de suicidio se habían dado: todos estaban vinculados a la canción. Entre esos casos estuvo el de la ex novia de László Jávor. Dicen que Jávor se había inspirado en ella para escribir la canción, pero seguramente nunca pensó que la chica acabaría quitándose la vida dejando una nota en la que se leía el título de su canción: ‹‹Szomorú vasárnap›› (“Triste domingo” en húngaro)… Otro caso alarmante fue el de dos personas que se dispararon simplemente por escuchar a una banda de gitanos tocar la melodía, o el de cierto hombre que entró a un club nocturno, pidió a la banda que interprete Gloomy Sunday y después, sumido en la melancolía, salió y se reventó la cabeza de un disparo. De entre los demás suicidas, se cuenta que algunos se tiraron al Danubio tras oír la canción, o bien simplemente sus cuerpos fueron encontrados sin vida, junto a las partituras de la canción, junto a notas en las que se hacía referencia a la canción, o junto al gramófono encendido, tocando Gloomy Sunday como música de fondo. Tras todos esos casos la Policía de Budapest (capital de Hungría) terminó por prohibir la canción. . La “canción húngara del suicidio” llega a Estados Unidos Antes de publicarse en EEUU la canción ya había llegado a Rusia en 1935. En el año 1936, así como en Estados Unidos, la canción apareció en Francia, en Japón e Inglaterra. La primera versión que apareció en USA era la de Sam M. Lewis, quien al traducir y editar la letra de la canción había incorporado una última estrofa para suavizarla. Un último fragmento en el que la desesperante situación inicial que narraba la cantante aparecía como un simple pero atormentador sueño. Esta versión fue grabada exactamente en marzo de 1936, con la colaboración de Hal Kemp y el vocalista Bob Allen. Tras esa versión siguieron muchas otras como la de Paul Whiteman, la de Artie Shaw y Pauline Byrns, y la más conocida versión de la cantante de jazz Billie Holiday, que vio la luz en 1941, y a la cual se le atribuye haber popularizado la canción. Como es de suponer, antes de que la canción llegara a Estados Unidos ya se sabía de los suicidios en Hungría y, cuando Gloomy Sunday surgió en EEUU, los suicidios empezaron a darse y rápidamente la canción fue conocida como “la canción húngara del suicidio”. En este marco, muchos creen que el éxito de la versión de Billie Holliday estuvo ligado al oscuro poder que se le atribuía a la canción, ya que, según cuentan, la versión de Billie Holliday tenía algo hipnotizante que, en el caso de los amantes afligidos que la oían, surtía un efecto tan intenso que incitaba a buscar en la muerte el alivio a las penas de esta vida. Finalmente, tal y como puede constatarse en una nota del New York Times, la canción fue prohibida en algunas emisoras de radio y clubes nocturnos. . Aniquilado por su propia creación Muchos piensan que Gloomy Sunday trajo sufrimiento a Rezső Seress porque, si bien fue la obra que lo lanzó a la fama y lo inmortalizó, nunca la pudo superar. Ya que después de ese éxito no pudo crear nada que tan siquiera estuviese cerca de igualar a Gloomy Sunday. Se cree que esto pudo influir en el suicidio de Rezső Seress a sus 69 años. Algunos aseguraban que su muerte era sólo un rumor, pero una noticia del New York Times publicada el 13 de enero de 1968 confirmando su muerte eliminó toda duda, además de expresar que Rezső Seress se sentía desdichado en gran parte porque no había creado otro éxito desde Gloomy Sunday, afirma que él había elegido un día domingo para encontrarse con la muerte tras saltar por la ventana de su apartamento… Cuando Rezső Seress se suicidó la fama de Gloomy Sunday se había debilitado bastante; pero la muerte de su creador, relanzó e inmortalizó la fama de su obra. . Una leyenda inmortal Ciertos investigadores han sugerido que los suicidios asociados a Gloomy Sunday no tenían nada que ver con un poder enigmático o paranormal sino con situaciones sociales, económicas y culturales. En Estados Unidos, donde la mayoría de los suicidios ocurrieron durante los años treinta, se ha sugerido que en realidad la causa de fondo era la depresión emocional que la gran crisis económica de aquel entonces generaba en muchos individuos. Y es que, como ya han demostrado las estadísticas y las investigaciones sociológicas, en épocas de crisis económicas el índice de suicidios aumenta considerablemente. De ese modo, Gloomy Sunday habría sido únicamente un factor mas, un elemento intencionalmente buscado o encontrado por casualidad por individuos deprimidos a los que la canción habría afectado aumentando esa depresión y hundiéndolos o dándoles el valor de suicidarse. En Hungría habría ocurrido lo mismo, ya que en la época de los suicidios, estaba sufriendo los vestigios de la revolución comunista que llegó después de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo en el caso de Hungría existía, y aún existe, una tendencia hacia el suicidio culturalmente acentuada. El psiquiatra Dr Bela Buda afirmó lo siguiente: “En el inconsciente social es un patrón positivo para la resolución de problemas, es una fórmula que es actualizada en tiempos de crisis porque todos han tenido experiencias con otras personas que han cometido suicidio y que no han sido juzgadas como fracasadas sino como gente valiente capaz de reivindicar su autoestima y dignidad a través de este acto heroico y desesperado” Todo lo anterior esclarece un poco las causas de fondo de los hechos de la leyenda, pero nunca será suficiente para explicar casos como el del niño italiano que tras oír la canción dio todo su dinero a un mendigo y se suicidó, o el de las dos personas que súbitamente se dispararon tras escuchar a gitanos tocando la canción en la calle. Además, quedan flotando en el aire unas preguntas que rigen para muchos de los otros casos en los cuales ha habido en el suicida una crisis de depresión asociada a problemas sentimentales y/o económicos: ¿se habrían suicidado tarde o temprano sin oír Gloomy Sunday?, ¿habrían podido otras canciones moverlos al suicidio? Y ya a nivel general: ¿por qué fue específicamente Gloomy Sunday y no otra canción triste (habiendo tantas) la que apareció ligada a los suicidios iniciales de Hungría? Tal vez Gloomy Sunday es solo un caso similar a Las desventuras del joven Werther (novela alemana que inspiró varios suicidios) pero en el ámbito de la música, o tal vez es una canción cuyo poder deprimente tiene realmente algo o mucho de misterio. Sea cuál sea la respuesta, aquí le dejamos al lector la versión subtitulada de Billie Holiday (aunque una aún más triste es la de Sarah McLachlan). Os recomiendo que no la escuchéis si estáis especialmente deprimidos o tenéis problemas sentimentales, no vaya a ser que os suméis a la larga lista de suicidios que se le atribuyen a la canción:

www.youtube.com/watch?v=E1KBXIBvLN4

La Pulsera Negra

Según cuenta la leyenda en algunos hospitales de Estados Unidos utilizan unas pulseras de color negro para marcar la hora a la que falleció una persona y cual fue el motivo de su muerte. Si ves a alguien con una de estas pulseras podrías estar junto a un fantasma… Thomas era un joven médico que trabajaba de interno en un frío hospital de Dakota del Norte. Su vocación y sus ganas de salvar vidas eran el único motivo por el que no caía rendido de cansancio en unas interminables guardias que podían prolongarse hasta 36 horas y que le dejaban exhausto. Aquella noche había sido especialmente dura, el servicio de urgencias no tuvo ni un respiro y Thomas había tenido que encargarse por primera vez de una paciente sin el respaldo de otro doctor. Luchó por la vida de la chica, que no debía tener más de 22 años, durante más de dos horas, pero desde que llegó se había considerado un caso perdido y en el hospital decidieron priorizar a otros pacientes que tenían más posibilidades de sobrevivir. Los daños que había sufrido la joven en ese accidente de tráfico múltiple eran tan graves, que incluso si Thomas hubiese conseguido obrar un milagro y la chica hubiese sobrevivido, las secuelas hubiesen sido tan graves que probablemente habría quedado en estado vegetativo. Los médicos más experimentados del hospital habían acudido en la ayuda de los otros accidentados y decidieron “bautizar” a Thomas con un caso imposible para que un primer “fracaso” le hiciera comprender lo dura que es su profesión y no empezara a creérselo demasiado. Además priorizando a otros de los heridos habían conseguido salvar la vida de tres personas, en lo que había sido el peor accidente de tráfico que habían registrado las carreteras de la región en meses. Thomas era consciente de que la chica probablemente nunca tuvo posibilidades de sobrevivir, pero aún así se sentía destrozado por dentro y tuvo que tragar saliva para contenerse las ganas de llorar cuando le puso una pulsera negra a la fallecida. La pulsera negra era un protocolo de su hospital que servía para marcar a un difunto y señalar la hora y causas de su muerte. Normalmente eran las enfermeras quienes se encargaban de rellenar los datos y ponerle la pulsera antes de mandar a un cadáver a la morgue. Pero Thomas pensó que haciéndolo él, el recuerdo de su primer “fracaso” le serviría para aprender y avanzar en la que puede llegar a ser una de las profesiones más duras. Memorizó cada una de las facciones de la chica y la cubrió con una sábana para que uno de los celadores se la llevara en una camilla por un interminable pasillo que conducía al depósito de cadáveres. Al finalizar su turno, Thomas parecía un zombi, su cara demacrada por el cansancio y el fuerte impacto emocional de perder a su primer paciente le habían dejado destrozado. No era la primera vez que alguien se moría en una mesa de operaciones frente a él, pero esta era la primera vez que él era el doctor al mando y el “único responsable”. En su mente repasaba todos y cada uno de sus movimientos y trataba de buscar cual fue su error o si había algo más que pudiera haber hecho. Pero incluso él mismo, sabía que su proceder había sido impecable y que cuando a alguien le llega la hora es imposible luchar contra el destino. Cabizbajo y caminando casi dormido entró en el ascensor. Se dirigía a la séptima planta donde tenía su ropa, lo único que quería era cambiarse e irse a dormir a la residencia que estaba a pocas calles del edificio del hospital. Eran las cuatro de la mañana y el hospital parecía vacío, tan absorto estaba en sus pensamientos que casi ni se dio cuenta de que había alguien dentro del ascensor cuando entró. Una mujer le saludó: -Uff y yo que creía que tenía mala cara, ¿chico pero que te ha pasado? Thomas se giró y vio a una mujer de unos cuarenta años que le sonreía, estaba casi tan pálida como él y aunque no tenía muchas ganas de conversar la contestó. -Hoy ha sido un día muy duro, no se ni como estoy todavía de pie. Además he perdido a mi primer paciente – le dijo mientras ponía un gesto que denotaba que estaba a punto de echarse a llorar. -Pues por la cara que pones estoy seguro que has hecho todo lo que podías, no seas tan duro contigo mismo. -Muchas gracias, probablemente mañana pueda verlo de otra forma – dijo Thomas mientras se giraba a ver porque se había abierto la puerta del ascensor en una planta que ninguno de los dos había marcado. Al mirar fuera vio la silueta de una joven en mitad del pasillo, al terminar de abrirse la puerta del ascensor comenzó a girarse lentamente hacia ellos. Thomas al ver la cara de la chica dio un salto hacia atrás y pegó la espalda a la pared del ascensor mientras señalaba a la chica que había fuera y trataba de decir algo sin conseguir articular palabra. De repente pareció recuperar el control de su cuerpo y se abalanzó hacia el panel del ascensor presionando repetidamente el botón que cerraba las puertas. La mujer que había en el interior del ascensor se quedó mirándole perpleja cuando la puerta se cerró cuando faltaba menos de un metro para que la joven que había fuera entrara en el ascensor. -E… e… esa chica – dijo tartamudeando del susto – yo mismo la vi morir, no pude hacer nada para salvarla y le puse esa pulsera negra. La mujer que se había mantenido pegada a la pared sonrió y mientras levantaba el brazo le preguntó: - ¿Una pulsera cómo esta? Thomas se giró a mirarla y vió como en su muñeca había una pulsera de color negro, idéntica a las que usan en el hospital. El joven médico se desmayó del susto y en su caída agarró fugazmente el brazo que le mostraba la mujer con la que había compartido la charla en el ascensor. Minutos después encontraron a Thomas aún desfallecido en el suelo del ascensor. Todos atribuyeron su desmayo al cansancio. Pero él sabía que lo que había pasado era real, en su mano tenía una pulsera negra que había arrancado sin querer del brazo de la mujer que había en el ascensor mientras caía desmayado. Al revisar la pulsera pudo comprobar que la mujer había fallecido dos años antes en un accidente de tráfico muy similar al de la chica que quiso salvar.

El cura sin cabeza

En una capilla perteneciente a un pueblo norteño de Argentina daba su habitual misa el Padre Miguel. Párroco de la misma desde hacía mucho tiempo, y muy querido por los pocos habitantes que vivían en ese pueblo, que a pesar de ser muy chico, su cálida gente no dejaba de concurrir todos los domingos en la capilla para participar de la misa que él mismo llevaba a cabo. Como dicen comunmente: pueblo chico, infierno grande y les explicaré porqué... Se comentaba que el gran Padre tenía una amante que todos los viernes, cuando su marido (el albañil del pueblo) iba de cacería al monte y sabiendo que no volvería hasta el día siguiente, se dirigía hacia la capilla y pasaba la noche entera con el Padre Miguel. Quien se había enamorado perdidamente de ella aún sabiendo que la mujer era casada y peor aún, sabiendo que estaba cometiendo el peor pecado desde que entregó su vida a Dios. Pero el secreto debía guardarse bajo siete llaves porque ambos sabían los riesgos que corrían si alguien se enteraba de la relación que tenían. Durante mucho tiempo tuvieron su nido de amor, todos los viernes ella esperaba que se fuera su marido, preparaba sus cosas y se dirigía rumbo a la capilla ansiosa por ver a su amante y pasar la noche junto a él. Pero al cabo de un tiempo el secreto guardado bajo siete llaves se escapó y comenzó a correr el rumor de que la sra del albañil misteriosamente acudía a la capilla los viernes por la noche cuando se quedaba sola, aún sabiendo que a altas horas de la noche la capilla ya estaba cerrada para todos, y sin embargo entraba por un costado donde daba a la habitación del Padre Miguel y hasta el amanecer no se retiraba. Obviamente el rumor llego a oídos de su marido quien no le dio importancia al principio, pero luego como se empezó a correr por todo el pueblo prestó más atención y quiso sacarse la duda prometiendo que si era cierto los mataría a los dos. Era viernes por la mañana y comenzó a preparar todo como era costumbre para irse al monte de cacería ni bien anochezca, le preguntó si quería que esa noche se quedara con ella teniendo en cuenta que todos los viernes la dejaba sola pero solo lo hacía para ver que respuesta obtenía de su esposa, ella le contestó que no, que se fuera tranquilo, que cenaría algo y se iría a la cama temprano porque se sentía cansada. Todo transcurrió con normalidad durante la tarde, llegado el momento alistó sus cosas, le dió un beso a su mujer y salió con rumbo al monte como todos los viernes. Ella esperó unos minutos y comenzó a cambiarse, también como todos los viernes, iba a encontrarse con su amor secreto, al menos eso creía, que aún era su amor secreto. Salió con destino a la capilla donde la esperaba el Padre, cuando llegó golpeó dos veces la puerta como de costumbre y nadie salió, volvió a golpear con insistencia y la puerta se abrió sola como si alguien ya le hubiese quitado la llave. Entró y llamó a Miguel ya con una extraña sensación de que algo no andaba bien, miró hacia la otra puerta que comunicaba directo a la capilla y ésta se abrió de golpe, pero para su sorpresa no era el Padre quien entró con violencia sino su marido que luego de haber asesinado al Párroco, de un solo salto se le abalanzó sobre su cuerpo y la empujó contra la pared, ella cayó al suelo inconsciente; luego la levantó y la llevó hasta el monte donde cavó un profundo pozo y la enterró viva, no murió del golpe que se dio en la cabeza sino asfixiada cuando la enterró para que sufra más, por lo que le había echo. Al Padre previo a que ella llegara a la capilla le había cortado la cabeza con un machete que solía llevar en su cacería. Cabó otro pozo al lado de donde había enterrado a su mujer, se dirigió nuevamente a la capilla y sacó el cuerpo del cura para luego enterrarlo uno al lado del otro. Hizo una cruz con un pedazo de madera y lo clavó justo en el centro de los dos, se cortó la punta del dedo y con su propia sangre escribió en la cruz "TRAIDORES". Pasaron muchos años, pero aún queda en el pueblo la historia de aquella época del cura y su amante que fueron asesinados a sangre fría, y dicen por ahí que si pasas por el lugar a altas horas de la noche puedes ver al Padre Miguel caminando por el monte en busca de su cabeza y buscando venganza con toda su furia contra todo aquel que encuentre en su camino....

el llanto de la llorona

este video fue grabado ya hace varios años por un chico en este video se escucha muy claro el llanto de una mujer! pero lo raro es que se escucha por el viento al escuchar este video se puede sentir como se eriza la piel de tan solo escuchar ese atorrador llanto  https://www.youtube.com/watch?v=u7ma2_r-bL4

domingo, 9 de marzo de 2014

¿Se puede ir al infierno y volver?

Varias personas dicen que se han ido al infierno y han vuelto para contar su historia. En el año 2008, siete jóvenes colombianos se fueron al infierno. Parte del testimonio de uno de estos jóvenes está aquí. Dice de su viaje al infierno, "Y en aquel tunel oscuro, como en forma de cuerno, empezamos a ver sombras, y empezamos a ver demonios, y figuras que se movian de un lado a otro... fue "el valle de las pailas (calderos)" que nosotros le llamamos, y habia millones de pailas incrustadas al nivel del suelo, cada una de ellas ardía con lava por dentro, y en cada una de ellas había un alma que había muerto y había ido al infierno". (1) Parte del testimonio de Carmelo Brenes de la Iglesia de Dios del Evangelio Completo en el año 1982 . Dice que se fue al infierno. "Seguimos avanzando y llegamos andando a un lugar tan espantoso, donde había demonios de todo tipo, de todo parecer, había unos que tenían un ojo y un brazo y una pierna y al final de ella como un casco de una bestia mulada, la cara como la mitad de cara de hombre pero el resto no aparecía". (2)

El Cortijo maldito

Hoy os contaré la historia y las leyendas de este emblemático edificio Malagueño, el cortijo Jurado, del que tanto se ha rumoreado y al que en más de una ocasión se le han atribuido macabras historias que son más propias de relatos de terror que de la verdadera historia de este lugar y de su pasado. El edificio No se sabe a ciencia cierta la fecha de construcción del Cortijo pues no existieron planos oficiales hasta muchas décadas después de su construcción, pero vamos a suponer que fue levantado a mediados del siglo XIX, aunque personalmente creo que debió de construirse durante la segunda y tercera década. El enorme edificio es de un claro estilo gótico-anglosajón, de doble planta y de unas dimensiones bastante desproporcionadas incluso para las familias adineradas de la época. Se dice que tenía la friolera de 365 ventanas, algo que parece ser cierto aunque viendo las fotos, no me salen las cuentas. Adosado al edificio está la capilla y, según la rumorología local, sus entrañas están horadadas por profundos sótanos y siniestros túneles y pasadizos. El cortijo y lo que antaño fueron sus terrenos, están situados en las afueras de la ciudad de Málaga, en el barrio de Campanillas.
La leyenda del cortijo maldito

 Según se cuenta, en este lugar acontecieron una serie de hechos oscuros en la época en la que en el cortijo vivían los primeros Heredia, en los macabros acontecimientos también estarían involucrados los Larios, residentes en el cercano cortijo Colmenares, que en nuestros días es un club de golf. Ambas familias mantenían una estrecha amistad, pues ambas llegaron a Málaga desde la rioja. (El apunte del origen es verídico, aunque el de la amistad es un punto dudoso que trataré más adelante). En fin, según cuenta la leyenda, en una fecha indeterminada, todavía en el XIX, comenzaron a ocurrir en Málaga una serie de extrañas desapariciones de niñas que, sistemáticamente fueron asesinadas tras ser objeto de las más diversas vejaciones y de rituales de índole satánico. La familia Heredia no tardó en ser el punto de mira de las acusaciones de estos asesinatos, pues se les suponía perteneciente a la masonería y presuntamente, habrían importado estas prácticas satánicas de sus amistades en Francia y en Inglaterra. Algunos de los cuerpos de estas niñas aparecieron en la rivera de un río que corría cercano a la finca y que los mismos integrantes de la familia, habrían llevado hasta allí por los túneles secretos que comunicaban el cortijo con el río. En los sótanos, habría máquinas de tortura que eran usadas en dichos rituales. Otro túnel secreto comunicaría el cortijo Jurado con el de Colmenares, por donde los invitados a estas lúgubres celebraciones podrían pasar sin ser vistos.
Esta, más o menos, es la leyenda original, pero como las leyendas suelen estar vivas y evolucionan con el paso de los años, la del cortijo Jurado no es una excepción. Durante la mayor parte del siglo XX, el cortijo y su leyenda queda bastante olvidado por todos, hasta que ya en la década de los noventa vuelve a tomar fuerza adornada con todo un despliegue de datos de índole parapsicológico. Curiosamente, los fenómenos comienzan a ocurrir cuando el cortijo entra en el ruinoso estado de abandono que se puede observar en las fotos, confiriéndole un aspecto ciertamente tétrico. En las publicaciones especializadas y más tarde, en la red, comienzan a circular fotografías de supuestos espíritus en sus ventanas, orbes y figuras que toman forma en los vapores de las noches frías, más tarde, las sesiones de ouija de supuestos adolescentes atrevidos, confirman e incluso dan nombre y apellidos de las pobres criaturas que allí fueron asesinadas, señalando en algunos casos el lugar exacto del patio donde están enterradas. Parapsicólogos de reputación graban psicofonías, algunas de ellas estremecedoras y algunos médiums salen sin respiración del cortijo tras sentir en sus entrañas la terrible presión de los hechos que allí acontecieron. Cuando se llega a este punto, una marea de historias se desatan confundiendo ya la realidad y el tema tratado con seriedad con la broma fácil de las mentes aburridas que se dedican a inventar y a adjudicar historias y apariciones ficticias a la historia del cortijo y que todavía, muchas de ellas, son tratadas como verídicas por muchos. Cadáveres emparedados, personajes fantasmales que aparecen intermitentemente en el cortijo, extrañas luces, ruidos y golpes de origen desconocido, etc…
La historia de los Heredia y los Larios
Ciertamente, como comenté más arriba, las dos familias eran oriundas de la Rioja, los Larios de Laguna de Cameros y los Heredia de Rabanera de Cameros, ambos pueblos de la misma comarca, aunque esto no sea sinónimo de obligada amistad.
En el caso de los Larios, D. Pablo Larios, padre de Martin Larios (I Marqués de Larios), se establecería en Málaga tras quedar viudo en los comienzos del siglo XIX, donde comenzaría sus florecientes negocios con exportaciones a través de Gibraltar y mucho más tarde con las bodegas y otras sociedades financieras. Martin, que se supone protagonista de esta historia junto a Manuel Agustín Heredia, no se establecería en Málaga hasta 1831, contando con 30 años, tras la muerte de su hermano Manuel Domingo. Hasta entonces vivía en Cádiz o Gibraltar, controlando allí in situ los negocios familiares. En este punto, tras conseguir el Marquesado y tras los enormes beneficios comerciales que le aportó la guerra contra Napoleón, los Larios se convierten en una de las familias más notables de la ciudad.
Familias Larios Y Heredia Manuel Agustín Heredia, llega a Velez Málaga con quince años, en 1801 (Año en el que nació Martín Larios) y ya huérfano, en busca del progreso y del futuro que no puede conseguir en su provincia natal. Con empeño y tesón consigue empleo en una tienda de ultramarinos que no funcionaba demasiado bien y que a base de mucho trabajo consigue enderezar en no demasiado tiempo. Pasados unos años, y con Málaga tomada por los franceses, Heredia se introduce en el floreciente mundo del contrabando a través de Gibraltar. Sus idas y venidas de Málaga a Gibraltar son continuas y es más que posible que en esta época conociese e hiciera gran amistad con Martín Larios, que se encontraba también en Gibraltar y que posiblemente también tuviese bastante que ver con el comercio sumergido.
La cuestión es que Heredia no tarda en tomar una buena posición y comienza a formar parte de sociedades industriales, consiguiendo concesiones de explotaciones mineras en diversos lugares. Su carrera industrial sube como la espuma y en poco tiempo posee explotaciones agrícolas y mineras en tierras sudamericanas y una enorme flota naval con la que promover todo su comercio. Su entrada en la burguesía Malagueña es cuando se casa con Isabel Livermore, familia de noble casta de dicha ciudad. Con lo cual, ya tenemos la conexión deseada. Heredia y Larios, en la misma ciudad, adinerados y con negocios y orígenes comunes. Es bastante lógico que incluso decidieran establecerse cerca el uno del otro. La similitud en la arquitectura de ambos cortijos da que pensar que fueron diseñados por un mismo arquitecto, llegando a la conclusión de que la decisión de construir los cortijos en las afueras de Málaga fue conjunta, pese a que en el enclave del Colmenares, ya se tenía constancia de edificación desde 1747, apareciendo en el catastro del Marqués de la Ensenada. Posiblemente se remodelaría el edificio original.
Hechos y conclusiones
Es difícil llegar a conclusiones acertadas cuando se tratan temas que acontecieron hace un siglo, pues se puede imaginar que el boca a boca tras tantos años puede llegar a deformar la realidad hasta darle un giro de 180º. Pero intentaré ir por partes, en primer lugar, es cierto que en Málaga ocurrieron una serie de asesinatos. Entre los años 1890 y 1920, cinco mujeres de edades comprendidas entre los 18 y los 21 años, fueron encontradas asesinadas en la orilla del río cercano a la casa, aparte de esto, no existen casos de desapariciones sistemáticas en los archivos policiales de la época. Los cuerpos mencionados aparecían tras varios días de desaparición, aunque no hay constancia de que tuviesen algún tipo de signo de rituales satánicos o abusos sexuales. En este punto hay que indicar que tanto Heredia como Martín Larios ya habían muerto en estas fechas. Con lo cual, de ser alguna de las acusaciones ciertas, ya pasarían a sus descendientes.
El siguiente punto es el de los supuestos túneles. Esta leyenda se basa en el testimonio de un vecino de la zona llamado Manuel Martín, que según cuenta, siendo él un mozo en el año 1932, se coló en el Cortijo cuando no estaban sus moradores, como signo de valentía ante sus amigos. En la valiente incursión topó con un extraño pozo en el patio trasero que le condujo a una especie de caverna subterránea de la que partían túneles en varias direcciones. Según su testimonio, recorrió un túnel de más de dos kilómetros hasta que llegó a una puerta cerrada a cal y canto, (supuesto cortijo de los Larios), en la vuelta se introdujo en otros pasadizos en los que encontró todo tipo de máquinas y aparatos de tortura, nichos y huesos desperdigado; una escena realmente aterradora. También según su testimonio, nadie le creyó cuando contó lo que había visto en las entrañas del cortijo aunque su testimonio sin duda, ha sido la base de ésta leyenda. Décadas después y siguiendo sus indicaciones, con pico y pala se ha intentado buscar la entrada a ese túnel sin encontrar absolutamente nada. Se cuenta que durante las obras de remodelación del cortijo Colmenares, un camión cayó en el interior de un socavón en el mismo patio. Antes de que el dueño del Cortijo mandase rellenar dicho socavón, algunos de los trabajadores pudieron ver que aquello era un sótano artificial del que salía un túnel en dirección al cortijo. Este reporte me resulta un tanto raro, pues los que vieron dicho socavón siempre son el hermano del primo de un amigo, y no existe ningún testimonio directo.
Caballerizas El paisaje ha cambiado mucho en los alrededores del Cortijo en los últimos tiempos, una autovía, canalizaciones, construcciones… en ninguna de ellas se ha topado nadie con el supuesto túnel. Se cuenta que durante las obras de remodelación Siendo un poco lógicos, sería una tremenda estupidez construir este tipo de túneles que no tienen ningún sentido. En primer término, cometer asesinatos y dejar los cuerpos a las puertas de tu casa no se puede decir que sea demasiado inteligente y mucho menos, trasladarlos hasta allí por un túnel secreto para que no te vea nadie hacerlo… vamos, que no tiene la cosa ni pies ni cabeza. Por otro lado, los dos Cortijos se podrían catalogar como residencias esporádicas de los Larios y de los Heredia, pues la enorme cantidad de negocios que tenían ambas familias hacían que los hombres tan apenas pasaran en ellas breves periodos de tiempo, y menores todavía eran las coincidencias de ambos. En los cortijos, los niños y sus mujeres vivían de un modo plácido y sin complicaciones, más allá de los asuntos locales y de la administración de la propia hacienda. Creo que el ambiente de estas familias estaba bastante alejado de los oscuros temas de misas negras y ritos satánicos. Es muy posible que fuesen masones, pues era casi que una obligación para según qué estratos sociales en aquellos años, pero de ahí a que fuesen seguidores de Satán va todo un mundo. Cierto que alguna muerte aconteció en el edificio, es lógico tras casi un siglo de ocupación, pero nada más allá de lo normal y natural.
Resumiendo:
Toda la leyenda creada en torno a este edificio se basa en el testimonio más que dudoso de un joven que se coló en su interior para mostrar su valentía ante sus amigos. No hay ningún dato que implique a ninguna de las dos familias en los asesinatos que acontecieron durante el cambio de siglo en Málaga y tampoco existen datos de las innumerables desapariciones y asesinatos que se les atribuyen. No existe constancia verídica de la existencia de los túneles mencionados, pese a que han sido buscados con insistencia en los últimos tiempos y pese a que en los alrededores de la finca se han removido las tierras para la construcción de carreteras y otros edificios. Cierto es que se han grabado numerosas psicofonías en este lugar, pero tampoco demuestra gran cosa y en ningún caso, las sesiones de ouija o las psicofonías son prueba demostrativa que implique que algunos de los Heredia fueran terribles asesinos. Las fotografías que se pueden encontrar en la red, de supuestas figuras y luces, no tienen la claridad suficiente para poder tomarlas por válidas. La sugestión es grande cuando se investiga este tipo de lugares y las pareidolias juegan malas pasadas. Los extraños ruidos y luces que observan los vecinos de la zona no son difíciles de explicar, pues el cortijo, antes de estar la entrada prohibida y vigilada, era un centro de peregrinación de los jóvenes malagueños en busca de aventura y de muchísimos grupos de investigación paranormal. Esta ha sido mi opinión personal sobre la leyenda de éste cortijo, basándome en todos los datos que he podido recopilar al respecto. Tengo fe en el mundo paranormal y no soy un escéptico cabreado con los investigadores, pero todo lo que rodea a los mitos del cortijo Jurado son datos demasiado volátiles y de poca fiabilidad, lo que me hace pensar que nada oscuro ocurrió allí.
Nota: El Cortijo fue vendido en las primeras décadas del siglo XX por los Heredia a los Larios. Más tarde estos lo revenderían a terceros. A finales de los 80 el cortijo fue comprado por los Jurado, de donde tomó el nombre. En el año 2000, el cortijo es vendido a una empresa hotelera que tiene la intención de remodelarlo completamente y construir allí un complejo turístico, desde entonces, el proyecto está congelado y el cortijo está totalmente abandonado.

sábado, 8 de marzo de 2014

¿El lugar más encantado de Inglaterra?

El 10 de julio de 1929 el rotativo británico Daily Mirror publicaba la exclusiva. En una rectoría situada entre los condados británicos de Essex y Suffolk se estaban produciendo toda clase de fenómenos paranormales.
“Figuras fantasmales de cocheros decapitados – afirmaba el periodista V.C.Wall en la crónica – , una monja, una carroza tirada por dos caballos bayos que aparecía y desaparecía misteriosamente, pisadas en habitaciones vacías […]”. La noticia sobre el embrujamiento del rectorado Borley, un edificio de dos plantas de ladrillo rojo y 23 habitaciones de estilo victoriano, corrió como la pólvora por todo el país y el editor del Daily Mirror decidió ponerse en contacto con el parapsicólogo Harry Price ante la inusitada repercusión que había producido el incidente. Harry Price, miembro de la Society Psychal Research y fundador de la National Library of Psychal Research dependiente de la Universidad de Londres, acudió al enclave endemoniado y comenzó a recabar toda la información. Los primeros resultados sobre la mansión Borley fueron espectaculares. El paraje contaba con un extenso y trágico pasado marcado por la muerte e insólitos incidentes enigmáticos. Según diferentes estudios históricos aquel solar había sido durante el siglo XIII el punto donde se asentaba un convento en el que se produjeron varios crímenes. El asesinato, más concretamente de una pareja de eclesiásticos, de un sacerdote del monasterio y una monja del claustro de Bures, situado a 13 kilómetros de distancia, que tras un apasionado romance intentaron huir y dar un giro de 180 grados a sus vidas. El final, como suele ocurrir, tuvo un desenlace fatal. Fueron capturados y ejecutados cruelmente: a él la decapitaron y a ella la emparedaron en los muros del inmueble. Fue tras estos lóbregos lances cuando empezaron a sucederse las apariciones, según los observadores, de una figura fantasmal vestida con hábitos religiosos. E.D. Bull, sacerdote artífice de la construcción en 1863 y primer inquilino, no se vio afectado por las leyendas en un principio. Pero con el paso del tiempo el misterio fue transformándose en una realidad diaria. Durante los 65 años en los que la familia Bull estuvo en la rectoría, desde 1863 hasta 1927, se produjeron una extensa lista de hechos inauditos. Experiencias y manifestaciones que fueron corroboradas por vecinos de las localidades colindantes. Pero todo “estalló” cuando el sacerdote Eric Smith se instaló en la mansión y dio a conocer a los periodistas del Daily Mirror la extraña casuística que estaba padeciendo. Los fenómenos que se producían eran muy variados: el inexplicable tintineo de las campanillas y los timbres, la observación de una figura luminosa ataviada con vestimenta de monja por el jardín, el característico movimiento de objetos, sonidos de pasos por las habitaciones, las llaves de las puertas saltaban de las cerraduras, volaban piedras desde el tejado e incluso se pudieron escuchar gritos desgarradores y el paso de carruajes inexistentes por los alrededores del lugar. Harry Price, a los tres días de su primera visita y desbordado por los acontecimientos, decidió organizar una sesión de espiritismo para intentar esclarecer el enigma. En el experimento participaron el reverendo Smith, su esposa, una médium y el propio investigador. El resultado terminó de sembrar el desconcierto: el espíritu del sacerdote Henry Bull, antiguo regente y constructor del edificio, informó sobre el truculento pasado del lugar.
Una semana después de la prueba el párroco Smith y su mujer abandonaron definitivamente la casa. La fenomenología había llegado a tal punto de agresividad y violencia que era imposible vivir allí y Price tuvo que abandonar sus análisis. Transcurrió un año hasta que la rectoría fue habitada de nuevo. Esta vez por el clérigo Lyonel Foyster, primo del fallecido reverendo Bull, y su mujer, Marianne. Durante los primeros meses reinó la paz, pero todo cambiaría repentinamente… los timbres volvieron a sonar, las campanas a tañir, se escuchaba el arrastrar de cadenas, se materializaban relojes, monedas y, lo más espectacular, comenzaron a aparecer mensajes escritos en las paredes. Unas misivas presuntamente realizadas por entidades del más allá en las que de una forma desgarradora pedían auxilio, como “Por favor, ayuda… Marianne” o “No puedo entender, dime más”.
Foyster y Marianne volvieron a requerir los servicios del parapsicólogo Price. Esta vez acudió junto con dos de sus empleados y un equipo móvil compuesto por cámaras fotográficas, cintas métricas, polvo para impresionar huellas, un cámara cinematográfica de 16 mm, filtros luminosos y acústicos, varios instrumentos de medición térmica, etc. Durante el trabajo de campo que se efectuó aumentaron los mensajes. Parecían ser crípticos. Encerraban algún tipo de información especial. Y de entre todos, uno de ellos, de carácter profético y apocalíptico, marcaría los designios del caso: “Esta casa será pasto de las llamas”. Los fenómenos asediaban a una inocente Marianne, que empezó a sufrir una fuerte alteración psíquica debido a la situación, motivo por el cual el matrimonio abandonaría la casa definitivamente en 1935.
La rectoría Borley, de nuevo, quedó desamparada. Nadie parecía poder habitar entre sus muros. Harry Price aprovechó esta circunstancia para promover nuevos experimentos. El investigador psíquico alquiló el caserón, concretamente desde el 19 de mayo de 1937 hasta finales de 1938, y puso un anuncio en el rotativo The Times en el que se solicitaba voluntarios para el estudio de los fenómenos paranormales de la abadía. “Se buscan personas – rezaba la petición publicada en el periódico británico – responsables, inteligentes, intrépidas, críticas e imparciales para realizar turnos de observaciones en una casa. Si no saben nada sobre investigación psíquica, mejor”. La respuesta fue todo un éxito. Fueron reclutadas un total de 48 personas. Todos ellos permanecieron en Borley por espacio de un año y medio y durante este tiempo todos los inquilinos fueron testigos de lo insólito. El 27 de febrero de 1939, el capitán W.H.Gregson, posterior morador, se encontraba en la biblioteca del caserón cuando una lámpara de aceita se estrellaba contra el suelo de forma inexplicable. Las llamas se extendieron rápidamente por el inmueble y el fuego devoró toda la mansión. ¿Se cumplió la profecía realizada años atrás y rubricada en los muros? Parece ser que sí. Pero la historia de Borley continuó a pesar de su desaparición. Durante la demolición del edificio, el cual quedó prácticamente derruido a causa del incendio, varios obreros aseguraron haber observado extraños portentos entre las ruinas del inmueble y se descubrieron restos óseos. ¿Corresponderían aquellos huesos a la monja emparedada siglos atrás? No lo sabemos a ciencia cierta, pero de lo que no hay duda es sobre las aterradoras manifestaciones que los empleados en el derribo pudieron vivir. Episodios que hicieron nuevamente poner de actualidad a Borley, ya que un reportero del periódico Life, mientras realizaba un reportaje gráfico de las obras, pudo captar en una fotografía el presunto vuelo de un ladrillo entre los cimientos de la mansión desvencijada. Todo un documento.
Harry Price cerró definitivamente el caso tras dar cristiana sepultura a los macabros restos hallados en ruinoso sótano. Y todas sus conclusiones fueron recogidas en dos gruesos libros: el primero publicado en 1940 bajo el título The most haunted house in England (La casa más encantada de Inglaterra) y el segundo, The end of Borley rectory (El fin de la rectoría Borley), editado en 1945, tres años después del fallecimiento de Price. Nadie parecía dudar dela odisea fantasmal. Pero en 1956 el enduendamiento de la rectoría Borley y las investigaciones que allí se realizaron fueron puestas en entredicho. Dos miembros de la Society for Psychal Research (SPR), Charles Hope y Henry Douglas, solicitaron una revisión de los trabajos de Harry Price. El comité de la SPR accedió a la petición de los eruditos paranormales y comenzó la fiscalización de toda la documentación existente sobre el caso que se encontraba en la Universidad de Londres.
Algunas habitaciones del interior de la rectoría Tras cinco años de estudio los resultados fueron publicados bajo el título The haunting of Borley rectory (El encantamiento de la rectoría Borley) en 1956. En opinión de Hope y Douglas, muchos de los fenómenos que se produjeron en caserón religioso fueron fraudulentos. Es más, aseguraron que detrás de muchos de los presuntos incidentes poltergeist se encontraba Price, pese a que los fenómenos ya se habían denunciado mucho antes de que Price pusiese allí sus pies por primera vez. Borley resistió estoicamente los envites de la comunidad parapsicológica más escéptica. Primero con la publicación en 1973 de la obra The ghosts of Borley: Annals of the haunted rectory (Los fantasmas de Borley: Anales de la rectoría encantada) realizada por Peter Underwood y el doctor Tabori, y en la que se reafirmaba las serias y metódicas investigaciones realizadas por Harry Price, y posteriormente, en 1974, cuando un equipo del Grupo de Investigaciones Parapsicológicas de Enfield, encabezado por Ronal R. Russel, retomó las investigaciones, esta ve vez en la iglesia colindante a la antigua abadía, las cuales determinaron que seguían produciéndose extraños fenómenos en el recinto.
La comisión científica dirigida por Russell, y compuesta por los ingenieros Frank Parry y John Fay, ratificó la existencia de una fenomenología paranormal en Borley: “Hemos grabado –explicaba el informe de los estudiosos- cientos de ruidos extraordinarios, pisadas, golpes y demás. En una ocasión localizamos un centro de perturbación cerca del sepulcro Waldegrave; era tangible, como un torbellino de energía. Cuando se pasaba la mano por él, se sentía una especie de cosquilleo, como el que produce la electricidad estática. En otra ocasión llegamos a escuchar un profundo gruñido” Y es que, como afirmó Harry Price, Borley, ha sido, es y será, el lugar más encantado de Inglaterra.

Apariciones famantasmales en fotografias


Este es un pequeño video en donde se muestran manifestaciones de fantasmas en fotos
si te gusta el video por favor comenta y da tu opinion,,,

viernes, 7 de marzo de 2014

El preventorio de Murcia

Un lugar alejado entre frondosos bosques… un gigantesco edificio abandonado de interminables y oscuros pasillos… un pasado como preventorio antituberculoso y orfanato… leyendas, rumores, extraños ruidos en medio de la noche. Todos los ingredientes necesarios para que el Sanatorio de Sierra Espuña sea uno de los lugares más visitados por los amantes de lo desconocido en España. A principios del siglo pasado las enfermedades derivadas de las vías respiratorias asolaban todo el territorio español, la falta de higiene y conocimientos sobre dichas enfermedades las propagaban aceleradamente y, entre todas ellas, sin duda la más preocupante fue la tuberculosis. Las autoridades sanitarias de la época construyeron cientos de centros diseminados por las montañas alejadas del país para intentar aislar y tratar a los miles de enfermos que padecían estas dolencias. Bajo estas premisas, y por una acuciante necesidad, con mucho esfuerzo tanto económico como laboral, se fundó el Patronato Benéfico-Social del Sanatorio Antituberculoso de Sierra Espuña, en Murcia. La construcción comienza a finales del año 1913, durante los meses estivales, vecinos y voluntarios van levantando lentamente el edificio y durante el resto del año se intentan recaudar los fondos necesarios para continuar con la obra. En 1917 se termina la primera planta del preventorio. Durante los años de la República, las obras pasan por su peor momento por las directas confrontaciones del Patronato con las autoridades republicanas y no es hasta 1931, cuando las obras se ceden al estado, que a estas se les dará su último espaldarazo, concluyéndose en su totalidad en el año 1934. El edificio constaba de sótano, planta baja, primera y segunda planta, aunque más tarde se edificaron a parte la casa del conserje, cocheras, cuadras, depósito de cadáveres, velatorios y un acueducto para recoger el agua. El refectorio funcionó como sanatorio hasta el año 1962 y también se usó como hospital que daba servicio a los pueblos de los aledaños. El avance la medicina y el descubrimiento en el año 1949 de la estreptomicina, hicieron que las enfermedades que allí se trataban disminuyeran considerablemente y poco a poco, las casi 200 camas del sanatorio se vieron vacías. El 10 de Mayo de 1962, los últimos enfermos son trasladados al Hospital de Albacete y el Sanatorio antituberculoso de Murcia, en sierra Espuña, cierra oficialmente sus puertas. Tras permanecer un corto periodo de tiempo cerrado, se rehabilita como escuela-hogar para niños desfavorecidos y ya más tarde, en los años 80 se realiza una fuerte inversión y se restaura una parte del edificio con el fin de utilizarlo como albergue juvenil. Finalmente, en el año 1995, por su insostenible presupuesto, cierra definitivamente sus puertas.
Los sucesos paranormales Cuentan la mayoría de los investigadores que han cubierto este sanatorio que la mayor parte de las veces la fenomenología paranormal sucede en la primera planta, y más concretamente en los pasillos que unen la parte reformada con la más antigua, que ha permanecido intacta desde su cierre, hace más de 45 años. Ambas zonas están separadas por una puerta, tras la cual se construyó un tabique para impedir el paso al sector más antiguo. Algún testigo todavía vivo de cuando en el sanatorio se trataba la tuberculosis narra cómo se sacaban a los fallecidos por la parte trasera, creyéndolos muertos, para llevarlos a un depósito que se había construido fuera del recinto, y cuando el carretero introducía los cuerpos en los ataúdes para bajarlos al cementerio de Alhama, algunas veces los cadáveres revivían y comenzaban a golpear con fuerza la tapa del ataúd, lo que daba unos sustos de muerte al pobre carretero. Un ex militar cuenta en su testimonio que, a mediados de los años 80, estando de maniobras hicieron noche en el preventorio. Ubicaron su cuartel de campaña en la primera planta, en la zona más antigua y, mientras uno de ellos quedó de guardia, el resto se dispuso a pasar una plácida noche. De pronto, los gritos de ¡Alto! del vigía despertaron a todos los soldados que atónitos, contemplaron como el soldado de guardia apuntaba a un ser etéreo de color verduzco con forma humana y femenina. Presa del pánico, el soldado disparó una ráfaga con su fusil destrozando una ventana del pasillo y dejando impactos en la zona trasera que todavía hoy son visibles. Pero lo más espectacular es que todos los presentes pudieron ver como la trayectoria de las balas, seguidas por su trayectoria luminosa en la semioscuridad, atravesaron al ser etéreo que permaneció pasivo e inmóvil en todo momento. Tras la confusión reinante, la figura se esfumó y todos los soldados salieron del edificio y no volvieron a entrar hasta bien entrada la mañana, junto con otros militares y la propia policía. Existen numerosos testimonios más en los que se dice haber visto la figura de ésta extraña mujer que aparece y desaparece en los pasillos y ventanas del edificio. En la red se pueden encontrar numerosas psicofonías grabadas en el lugar y muchas historias sobre puertas y ventanas que se abren y cierran solas y sonidos que escapan a toda lógica. Como suele suceder en la mayoría de estos casos, todo esto es muy difícil de probar y queda a la libre opinión de cada uno. Lo único que está claro es que pasar una noche bajo las ruinosas techumbres de este edificio no es apto para corazones débiles e incluso en compañía, los ruidos del bosque y los crujidos inherentes a la vieja construcción nos pueden jugar una mala pasada y hacernos sudar, incluso en los días más fríos del invierno. Aqui Les dejo un video muy interesante. En el primero, un recorrido muy completo por el sanatorio y en el segundo, el testimonio de uno de los solados que vivieron la experiencia relatada anteriormente:


https://www.youtube.com/watch?v=Szf61PrcQ2M#t=31

Leyenda de la Hacienda embrujada de Cholul

La Hacienda San Pedro Cholul es una hacienda abandonada del municipio de Mérida en el estado de Yucatán, México, se encuentra al oriente de la autopista que conduce de Mérida a Motul. El nombre San Pedro Cholul hace referencia al apóstol Simón Pedro y Cholul que en idioma maya significa “madera en el agua” Dicha hacienda tuvo su máximo esplendor durante el auge henequenero a finales del siglo XIX y principios del XX. Se cuentan dos historias que datan de esos tiempos, tratando de explicar el origen de su embrujo. La primera de ellas dice que existía en el sitio una pareja de trabajadores que estaban a punto de contraer matrimonio, pero antes de que esto sucediera, un capataz de la hacienda, ultrajó a muchacha y como venganza el prometido le quitó la vida al agresor. Pero el pobre campesino al ser una buena persona, no pudo con el remordimiento de cargar a cuestas la muerte de un semejante, y se suicidó al poco tiempo. Al enterarse de esto, los padres del trabajador que eran brujos, lanzaron una maldición a la hacienda y todo el que se encontrara en ella… La segunda versión de los hechos, cuenta que en 1910 el patrón de la hacienda era un hombre cruel, que disfrutaba de maltratar y humillar a sus trabajadores, les lanzaba monedas desde su balcón para pagarles el trabajo hecho, sin ofrecerles un sueldo. En cierta ocasión que regresó de un viaje, todos los trabajadores esperaban por él completamente enfurecidos, lo bajaron del coche y lo agarraron a machetazos en la puerta de la casa grande. Cuando lo creyeron muerto, les dio una gran sorpresa, pues vieron que de entre sus pantalones salía una enorme cola roja igual a la del Diablo… Sea cual sea la versión real de lo que sucedió en aquellos tiempo, al día de hoy la gente el pueblo se niega a hablar del tema, se enojan y se altera si alguien pregunta. Pasadas las cinco de la tarde el lugar luce como si ya estuviera muy entrada la noche, el viento silba y sopla cargando con él, murmullos y quejidos, además de que se tiene la sensación de ser siempre observado o perseguido. Esto atrajo a muchos grupos satánicos que realizaron ahí incontables rituales, hubo un tiempo que los pobladores del lugar tuvieron que montar guardia en el cementerio para evitar que estos practicantes del ocultismo robaran los cadáveres con los cuales realizaban sus actividades. Aún así, se pueden ver por el lugar, restos de animales y huesos humanos, así como ropa de personas de todas las edades, regadas por el suelo. Se dice que en este lugar se abrió una puerta al infierno, porque en una pared se encuentra una estrella de cinco picos y un mensaje escrito en inglés que dice “Bienvenido Satán”. Algunos curiosos que han decidido entrar a comprobar todo lo que ahí sucede, han presenciado una sombra que ronda alrededor de ellos, la cual advierten antes de verla porque se siente su fuerte y maléfica presencia, que los llama por sus nombres, incluso hay quienes después de marcharse de la hacienda, han llevado este ser de ultratumba hasta su casa donde les causa la muerte… dejando marcado en su rostro una expresión de horror, que no todos olvidan.

La casa maldita del Callejón del Muerto

Allá por el año de 1642 en la Capital de Nueva España; se dio la más grande y furtiva cacería de herejes a cargo del Tribunal del Santo Oficio en la cual una mujer oriunda de La Coruña llamada Margarita Moreira, tuvo mucha participación, ya que se encargó de delatar a más de 80 personas. Con su confesión los inspectores de la Santa Inquisición; montaron guardia en la casa señalada con el número ocho en la Villa de Guadalupe. Durante su vigilancia, pudieron ver mujeres desnudas, hombres obscenos y niños deformes. Las mujeres reían y tomaban vino en cráneos, gritando maldiciones dirigidas a aquellos que encarcelaron a sus amigos y familiares en las mazmorras de la Inquisición. Presenciando esto, los inspectores tuvieron que intervenir; tiraron la puerta para apresar a los participantes de la diabólica reunión y se desató el caos. Hubo gritos, lloriqueos, golpes, insultos y muerte. Toda la pelea se llevó a cabo entre relinchos y grotescas lamentaciones, acompañado de un frio que helaba los huesos. Cuando se hizo el silencio, los vecinos se asomaron para averiguar qué había ocurrido, al enterarse, muchos de ellos abandonaron el lugar para no volver jamás, y los que se quedaron, guardaron en su interior un miedo que ya no les permitió vivir en paz. Mucho menos con los sucesos que acontecieron los siguientes días… los cuerpos torturados de los infelices eran sacados de las mazmorras a la vista de todos, mientras que sus cabezas aparecieron clavadas en unas lanzas afuera de la mansión maldita del Callejón del Muerto. Las pobres mujeres tuvieron un final terrible, fueron torturadas y mutiladas, las marcaron con un hierro al rojo vivo y después las liberaron. Para vagar por las calles mientras la gente se horrorizaba ante su aspecto, eran señaladas y llamadas brujas. Cuando los habitantes de la región empezaban a retomar sus vidas con mayor tranquilidad, de nuevo el horror invadió sus corazones, pues se encontró el cuerpo sin vida de una mujer, tirado en la puerta de la temida casa. Ella era Margarita Moreira, la delatora de herejes, que con su muerte le devolvió por completo la alegría al tétrico inmueble, pues desde entonces no han dejado de salir de su interior risas y gritos de júbilo, así como la escandalera de un día de fiesta.

El Puente del Clérigo

Allá por el año de 1649 ocurrió esta verídica historia transformada por los años en macabra leyenda. Por el rumbo de los llanos en la parcialidad de Santiago Tlatelolco; cruzando el puente de Texontlali, en una casa muy elegante, vivía el religioso don Juan de Nava, que tenía a su cuidado una sobrina muy linda, llamada doña Margarita Jáuregui. La cual conoció en una fiesta de sociedad a un caballero portugués de muy buena presencia y malas maneras llamado don Duarte de Zarraza, quien la enamoró fácilmente. El cura prohibió terminantemente aquel amorío, pues conocía la fama de mujeriego del portugués, pero sus reclamos fueron ignorados y los enamorados se veían en secreto. Dos veces el religioso Juan de Nava habló con Duarte en tono violento prohibiéndole que se acercara tan solo a su casa o al puente, pero en contestación recibió una blasfemia, burlas. Y tanto se opuso el sacerdote a esos amores y tantas veces reprendió a la sobrina y a Zarraza, que este decidió quitar del medio al clérigo, porque según dijo, nadie podía oponerse a sus deseos. El perverso portugués decidió matar al clérigo el 3 de abril, ya caída la tarde lo vio venir por el puente y se acercó, no se sabe que discutieron, pero de pronto, Duarte de Zarraza sacó un puñal con su escudo grabado y lo clavó de un golpe furioso en el cráneo al cura. El Fray de Nava cayó herido de muerte y el portugués lo arrastró unos cuantos pasos y lo arrojó a las aguas lodosas debajo del puente. Acto seguido el culpable se ocultó para después huir a Veracruz, en donde permaneció cerca de un año. Pasado ese tiempo, el portugués regresó, decidió ir a ver a Margarita, para pedirle que huyera con él, ya que estaba muerto el cura su tío. Esperó la noche y se encaminó hacia el puente, pero no pudo pasarlo, de hecho jamás llegó a cruzarlo vivo. Lo descubrieron muerto, horriblemente desfigurado el rostro por una mueca de espanto, como espanto sufrieron los descubridores, ya que don Duarte de Zarraza yacía estrangulado por un horrible esqueleto cubierto por una sotana hecha jirones, manchada de lodo y agua pestilente. Las manos descarnadas de aquél muerto, estaban pegadas al cuello de Zarraza, mientras brillaba a los primeros rayos del sol de la mañana, la hoja de un puñal que estaba clavada en su cráneo. No había duda, el clérigo había salido de su tumba pantanosa en la que permaneció todo el tiempo que el portugués estuvo ausente y al volver a la ciudad emergió para vengarse.

El último cliente

Una noche oscura que un taxista vuelve por una solitaria carretera de montaña tras haber llevado a un pasajero a su destino, pero mientras conduce, encuentra un nuevo cliente en el arcén de la carretera. Después de montarlo en el taxi, el cliente le da una dirección desconocida para el taxista pero el pasajero le comenta que él será quien le guía hacia el destino. Tras conducir un buen rato cruzando pequeñas aldeas y campos, el taxista comienza a inquitarse. Siguiendo con la conducción y viendo que estaban en medio de ninguna parte, el taxista se gira hacia atrás y le pregunta a su cliente donde se encuentran. Al volver la cara para hablarle ve sorprendido que el cliente ya no está allí pero al volver su mirada hacia la carretera se da cuenta de que está al borde de un precipicio donde esta vez será la gravedad la que marque velocidad y destino.